lunes, 15 de febrero de 2010

importancia de la netiquette



La Netiquette aunque no es obligatoria en la red, si es muy importante utilizarla y priorizarla en la utilizacion de los diferentes medios de internet como el chat y los correos electronicos ya que nos brindan normas de comportamiento muy pertinentes para comunicarnos en este tipo de medios, por esta razon es muy importante tener en cuenta normas como, la implementacion de contenidos completos, percatarnos que el contenido de los mensajes sea el mas adecuado posible, utilizando los signos correspondientes de puntacion y procurando por que el contenido del mensaje sea totalmente respetuoso para quien va dirigido, asi mismo se debe evitar utilizar las mayusculas puesto que representan quizas un signo de agresividad que podria incomodar al receptor del mensaje, y sobre todo lo que considero mas importante y de resaltar, en cuanto al uso de los emoticones como unico medio de comunicacion que es tan comunmente utilizado por las nuevas generaciones, eliminando del todo el lenguaje escrito que tanta falta les hace practicar y desarrollarlo en este tipo de conversaciones.
Por todas estas razones es importante tener en cuenta que del buen uso del lenguaje y la utilizacion pertinente de estas normas en todo medio de comunicacion por internet, nos hara mas facil y mas comoda la navegacion y la comunicacion por la red.



bienvenida






Mi nombre es Adriana Patricia, tengo 28 años, soy de la ciudad de Manizales, Colombia, soy docente de educacion preescolar, y como docente considero fundamental para el correcto desarrollo integral de los niños una adecuada estimulacion temprana que potenciara a largo plazo sus capacidades en todos los ambitos del conocimiento, asi pues que los invito a explorar mi blog con algunas caracteristicas muy utiles para la realizacion de una adecuada estimulacion temprana

ADELANTE Y DE NUEVO
BIENVENIDOS

caracteristicas estimulo temprano



En general, estimular al bebé implica:

- Promover que las condiciones fisiológicas, educativas, sociales
y recreativas sean adecuadas

- Orientar el espíritu de curiosidad y observación del
niño

- Favorecer la adaptación al ambiente

- Desarrollar el control postural, practicando con ejercicios de psicomotricidad
gruesa y fina

- Practicar actividades lúdicas y de socialización

A continuación se presenta una breve y general visión de las
áreas básicas del desarrollo y algunos de logros más importantes
a los que llega el niño típico en su primer año de vid


COGNICIóN

El recién nacido normal y saludable es increíblemente competente.
Nace con sus sentidos funcionando y con capacidad de aprender y desarrollar
el lenguaje, por lo que es capaz de afectar su medio ambiente y reaccionar ante
él desde el nacimiento.
De acuerdo con Piaget, durante los dos primeros años de vida el infante
experimenta el mundo básicamente por medio de sus órganos sensoriales
y de la motricidad. De ahí que haya designado a esta etapa "sensoriomotríz".
En ella el pequeño pasa de responder en forma refleja y azarosa a interactuar
con el ambiente de una manera propositiva y organizada, generalizando conductas
a nuevas situaciones, anticipando y coordinando aprendizajes nuevos y antiguos.
Esta etapa se divide en subetapas.

Mencionamos únicamente las correspondientes al primer año de
vida:

a) Uso de reflejos (primer mes de vida). Los infantes ejercitan los reflejos
innatos y ganan cierto control sobre su cuerpo; no coordinan la información
proveniente de sus sentidos, ni intentan tomar un objeto frente a ellos.

b) Reacciones circulares primarias (uno a cuatro meses). Los infantes repiten
conductas placenteras que ocurren por casualidad la primera vez; las acciones
se centran en el efecto en su propio cuerpo más que en los efectos en
el ambiente, y empiezan a coordinar la información sensorial.

c) Reacciones circulares secundarias (cuatro a ocho meses). Los infantes se
interesan en el ambiente, repitiendo acciones que dan resultados interesantes.
Las acciones se vuelven intencionales aunque en un principio no hayan tenido
un propósito. Se logra una permanencia parcial del objeto, pues los bebés
ya buscan un objeto parcialmente escondido.

d) Coordinación de esquemas (de los ocho a los 12 meses). La conducta
es más propositiva al coordinarse todos los esquemas previamente aprendidos;
ya utilizan conductas aprendidas para alcanzar metas, anticipan los eventos
y la permanencia del objeto se sigue desarrollando. En esta subetapa los bebés
buscan un objeto que se les ha escondido, pero solamente en el lugar donde lo
había encontrado, a pesar de haber visto que se cambiaron de lugar, es
decir, insisten en buscarlo donde ya lo han encontrado.

En esta etapa el bebé alcanza logros importantísimos a nivel cognitivo,
tales como el inicio de la permanencia del objeto, concepto mencionado cuando
describimos las subetapas del periodo sensoriomotriz, y que implica saber que
un objeto existe y está presente aún cuando no podamos verlo.
Esto se desarrolla paulatinamente, de tal forma que, por ejemplo, el niño
comprende que su mamá está ahí aún cuando esté
fuera de su vista, y por lo tanto, tolera su ausencia en forma más calmada.
La permanencia del objeto también ayuda al niño a darse cuenta
de que las cosas y personas están separados de sí mismo, e interviene
en la comprensión de conceptos de espacio y tiempo.
La comprensión y reconocimiento de la causalidad es otro concepto que
inicia su aparición en la etapa sensoriomotriz, de tal forma que el niño
empieza a notar que sus acciones provocan ciertos efectos o resultados.

SOCIALIZACION

La socialización es un proceso permanente que se conforma de dos vertientes
complementarias que son la adaptación a las normas, hábitos, pautas
de conducta y valores culturales del grupo al que se pertenece (socialización)
al mismo tiempo que el individuo desarrolla su identidad, autoconcepto y autoestima
(individuación). En la infancia, la socialización debe propiciar
mecanismos de adaptación del individuo a su medio social. Poco después
de nacer, los bebés muestran interés, angustia y disgusto; en
los meses siguientes empiezan a expresar cólera, alegría, sorpresa,
timidez y miedo, y alrededor de los ocho meses, la mayoría de los bebés
tienen miedo a los extraños. La sonrisa se desarrolla por etapas. En
un inicio refleja sensaciones placenteras, resultado de la actividad del sistema
nervioso central; alrededor del primer mes las sonrisas se hacen más
frecuentes y cerca del tercer aparece la sonrisa social que es más amplia
y de más duración.
Durante los primeros meses de vida del bebé, los padres invierten gran
cantidad de tiempo y energía, tratando de comprender sus diferentes estados
y necesidades. Algunas veces quieren hacerlo dormir cuando no lo necesita; en
otras, tratan de alimentarlo cuando está excesivamente somnoliento, y
la mayor parte del tiempo intentan calmar a un bebé que llora y cuyo
llanto, la mayoría de las veces, es más molesto que grave. Al
respecto, los padres reciben infinidad de consejos. Los resultados de las investigaciones
de Ainsworth, recomiendan a los padres ayudar al bebé que llora, ya que
así adquiere más seguridad en sí mismo, una "confianza
básica" en términos de Erikson, pues se da cuenta de que
puede afectar su medio ambiente y de que satisfacemos sus necesidades. Dichas
investigaciones revelaron que al final del primer año de vida, los bebés
que habían sido calmados con suavidad y ternura, lloraban menos y se
comunicaban más en otras formas, en tanto que los bebés ignorados
o castigados, lloraban con más frecuencia.
En los primeros 18 meses los niños necesitan desarrollar un sentido de
qué tanto son confiables las personas que los rodean, qué tanto
sus necesidades básicas serán satisfechas, etc. y requieren también
un equilibrio entre la confianza básica que les permite relaciones cercanas
con las personas que significan algo en su vida, y la desconfianza que les permite
protegerse a sí mismos, usando la terminología de Erikson.
Las respuestas emocionales de los infantes siguen con frecuencia patrones que
persisten a través de los años, lo que indica que el temperamento
básico es innato. En 1984 Thomas y Chess estudiaron nueve aspectos del
temperamento que se manifiestan muy pronto después del nacimiento y que
tienden a permanecer estables a lo largo de la vida:

1. Nivel de actividad. Qué tanto y con qué frecuencia se mueve
una persona

2. Ritmicidad o regularidad. Predictabilidad de las funciones biológicas
(como apetito, sueño y eliminación)

3. Aproximación - retiro. Con qué disposición acepta a
personas y situaciones nuevas

4. Adaptabilidad. Con qué disposición una persona acepta las
transiciones, como el cambio a una nueva actividad

5. Umbral sensorial. Sensibilidad a los estímulos físicos como
el ruido, luz y tacto

6. Calidad del temperamento. Si el estado normal de una persona es placentero
y jovial o sombrío y poco amistoso

7. Intensidad. Qué tan fuertes son las respuestas de una persona (intensidad
de la risa, fuerza del temperamento)

8. Capacidad de variación del temperamento. Si una persona cambia de
conducta fácil o rápidamente como respuesta a los estímulos
externos

9. Persistencia del periodo de atención. Durante cuánto tiempo
puede persistir una persona en una actividad y cuánto dura su atención
al enfrentar obstáculos.1

Las características de temperamento de un bebé que lo hacen diferente
a los demás, determinan en gran medida la manera en que será tratado
y atendido, la ansiedad que genera en su mamá, etc., y lo ubican en una
de las tres categorías de patrones temperamentales identificados por
Thomas y Chess:

1. Niños fáciles. Generalmente se muestran felices, regulares
en lo referente a su funcionamiento biológico y capaces de aceptar con
facilidad nuevas experiencias

2. Niños difíciles. Generalmente se muestran irritables, difíciles
de complacer, irregulares en su funcionamiento biológico y con tendencia
a expresar sus emociones de manera más fuerte

3. Niños pasivos (difíciles de entusiasmar, poco afectuosos).
Con tendencia a reaccionar en forma apacible y necesitan más tiempo para
adaptarse a personas y situaciones nuevas.


PSICOMOTRICIIDAD Y SENSOPERCEPCIóN

El desarrollo motriz depende de la maduración de patrones de conducta
predeterminados biológicamente y basados en dos principios llamados:

Cefalocaudal, que afirma que el desarrollo procede de la cabeza a las partes
bajas del cuerpo, lo cual quiere decir que los infantes controlan primero las
partes superiores del cuerpo antes que las inferiores; y el proximodistal, según
la cual el desarrollo tiene lugar de la parte central del cuerpo hacia las partes
externas, es decir, procede del centro a afuera, de tal forma que los infantes
primero controlan los brazos y muslos, más cercanos al eje central del
cuerpo, después los antebrazos y piernas, posteriormente manos y pies
y finalmente los dedos.

En los primeros meses de vida, el bebé actúa mediante conductas
reflejas, es decir, respuestas automáticas e involuntarias a estímulos
externos, que parecen tener funciones de protección y sobrevivencia.
Los reflejos primitivos, propios del recién nacido, se presentan desde
el nacimiento y pueden producirse incluso antes. Si el infante es neurológicamente
sano, los reflejos primitivos se integran, es decir, se retiran o desaparecen
debido a que la maduración de la corteza inhibe sus manifestaciones,
en diferentes momentos del primer año. La presencia o ausencia de reflejos
primitivos en la edad o momento apropiado son signos importantes de un desarrollo
neurológico normal o anormal. Algunos de estos reflejos son el prensor
de las manos, el reflejo de Moro o sobresalto, el reflejo de Babinski caracterizado
por un movimiento particular de los dedos al estimular el pie, el reflejo de
succión y hociqueo, etc. Otros reflejos de protección tales como
la tos, el estornudo, parpadear o tiritar permanecen para asegurar la sobrevivencia,
por lo que, evidentemente, no constituyen reflejos primitivos.

Durante su desarrollo, el niño debe adquirir habilidades psicomotoras
en tres aspectos:

- psicomotricidad gruesa, referente al movimiento y equilibrio del cuerpo

- psicomotricidad fina, que favorece la coordinación visomotora y uso
de las manos

- esquema corporal, que permite al infante conocerse a sí mismo.

Desde los primeros días de vida, el niño supera etapas importantes
del desarrollo. El recién nacido insiste en levantar y sostener su cabeza,
lo cual da fuerza a la musculatura de cuello, espalda y las extremidades superiores.
Sostener la cabeza es fundamental para lograr todas las destrezas motoras posteriores.
Cuando sostiene la cabeza el bebé se apoya en sus antebrazos y lleva
a cabo pequeños desplazamientos sobre su abdomen, para llegar después
a balancearse sobre manos y rodillas, pasando de un gateo incoordinado a uno
seguro, veloz y con soltura. El gateo es el estado final de un tipo primitivo
de desplazamiento y uno de los pasos más importantes del inicio de la
marcha.
El niño después se pone de pie, sostenido, y da pasos sobre este
apoyo; paulatinamente puede independizarse al caminar y poco a poco se enriquecen
sus habilidades motoras. De ahí la importancia de proporcionarle las
condiciones que lo ayuden a ejercitarlas. Todas las fases de la locomoción
permiten a su vez que aprenda nociones del espacio, y de la distancia existente
ente él y los objetos del ambiente que lo rodea; para conocer una distancia
y un tamaño no es suficiente "ver" sino "moverse".
Las habilidades de motricidad fina se estructuran en los primeros meses de vida,
con base en los esquemas de reflejos simples que existen en el recién
nacido quien no ha tenido contacto directo con experiencias. Así, el
simple reflejo de succión que aparece al estimular el área de
la boca, se transforma posteriormente en una búsqueda táctil activa
que reemplaza a la actitud pasiva inicial. La experiencia empieza, así,
a dictar diferentes tipos de acción. Por ejemplo, los movimientos de
las manos en un momento dado se transforman en puntos de atención para
mirar, y los objetos, antes carentes de significado, se vuelven estímulos
para ver, alcanzar y manipular; son los inicios de la coordinación del
ojo y la mano. La adquisición de una destreza sirve de punto de partida
para otra. Cuando en los primeros meses un bebé sujeta algo, no utiliza
los dedos índice y pulgar, sino los otros tres dedos y la palma de la
mano; este tipo de aprehensión es una reacción automática,
debido a las sensaciones recibidas en la palma y, además, el bebé
muy pequeño no puede "soltar" el objeto voluntariamente. Después,
se integran y organizan las sensaciones del tacto con las de músculos
y articulaciones para desarrollar gradualmente movimientos de pinza más
eficientes con la oposición del dedo pulgar. Otro logro importante, alrededor
del cuarto mes, es juntar las manos al frente, pues implica la coordinación
de ambos lados del cuerpo. Alrededor del quinto mes el bebé sostiene
un juguete en cada mano y golpea uno contra otro.

El esquema corporal, según Vurpillot, "es una estructura adquirida
que permite que un sujeto pueda presentarse a sí mismo, en cualquier
momento y en toda situación, las diferentes partes de su cuerpo, independientemente
de todo estímulo sensorial externo. En ella reside no sólo la
posibilidad de tomar conciencia individual de cada parte, dedo, nariz, rodilla,
etc, sino al mismo tiempo el sentimiento de pertenencia de todos estos elementos
a un único ser"2. El esquema corporal se encuentra incluido en la
percepción del espacio, cuando se construye un marco interno de referencia
en donde cada parte del cuerpo se ubica en relación con las otras, y
años después, alrededor de los seis o siete años, en la
distinción entre izquierda y derecha en sí mismo y, alrededor
de los ocho o nueve años, en relación con otro individuo.
El esquema corporal es un proceso en constante evolución; tiene una parte
biológica constitucional y otra evolutiva. Esta última se evidencia
en el logro de la organización postural, en el equilibrio y en la desaparición
e integración de los reflejos primitivos. En todo esto se mezclan estímulos
sensoriales y motrices, así como factores sociales y emocionales.
Por otra parte, la sensopercepción es la capacidad neurovegetativa y
las vivencias o experiencias que le permiten al individuo mantenerse en interacción
constante con el medio, al recibir estímulos por vías aferentes
y emitir respuestas eferentes. Deben estimularse en forma específica
las áreas gustativa, olfativa, visual, auditiva, somestésica,
cinestésica y propioceptiva vestibular.
Desde el momento del nacimiento, los sentidos del niño están listos
para captar y responder a los estímulos. En su caso, la visión
es inmadura por la ausencia de luz dentro del útero materno; durante
las primeras semanas de vida, los recién nacidos ven mejor a una distancia
aproximada de 20 a 22 cms y tienen dificultad para enfocar con precisión
a menor o mayor distancia. El rostro de la madre es el estímulo visual
predominante y preferido del bebé. Puede distinguir el blanco y negro,
y preferentemente mira patrones de líneas rectas y círculos sobre
cuadrados, según las investigaciones de Robert Fantz. En las primeras
dos o tres semanas de vida se presentan episodios de "atención obligatoria"
que lo hacen mantener por periodos prolongados la mirada fija y que posteriormente
se reducen.
Hacia los tres meses y medio la acomodación visual del bebé se
acerca a la del adulto. Una de las principales habilidades por estimular es
el seguimiento visual primero con movimientos de los ojos y después de
la cabeza.
En lo referente a la audición, desde la vida intrauterina el niño
se encuentra en un ambiente sonoro, debido a que los líquidos que lo
protegen y rodean producen ondas sonoras con su movimiento. Desde su nacimiento
recibe más experiencias de su ambiente que estimulan sus capacidades
de localización, discriminación, identificación y selección
de sonidos, ritmos, memoria auditiva, etc.
Las sensaciones gustativas y olfativas se relacionan íntimamente y en
el recién nacido y los niños pequeños la principal estimulación
es el olor materno y la alimentación.
Las sensaciones somestésicas se refieren a toda la información
recibida por el tacto. Desde recién nacido el niño interpreta
algunas de las sensaciones de su cuerpo y responde con movimientos reflejos;
aunque estas reacciones son automáticas, las sensaciones deben integrarse
para que el reflejo ocurra con un significado y propósito. Así
mismo, en el bebé, las sensaciones táctiles son una fuente fundamental
de satisfacción emocional. El contacto de la piel entre la madre y el
niño es esencial para el cerebral y para el desarrollo del vínculo
de la madre y el hijo. Es importante estimular con consistencias, texturas,
espesor, temperaturas, presión y contacto, y ayudar al niño a
identificar y ubicar sus sensaciones de dolor.
Las áreas cinestésica y propioceptiva vestibular se presentan
juntas debido a la semejanza de sus estímulos y respuestas, aunque se
encuentran en órganos sensoriales diferentes. La cinestesia se ubica
en los receptores de los músculos, tendones y articulaciones, e interpreta
la extensión, presión y tono muscular, mientras que la propiocepción
vestibular se halla en los canales semicirculares del oído y se encarga
de captar la información para mantener el cuerpo en relación con
la fuerza de gravedad y el equilibrio. Ambas contribuyen a la precisión
de los movimientos y a la posición corporal.

LENGUAJE

El manejo del habla no es sólo una cuestión de aprendizaje, sino
que se relaciona con la maduración. La capacidad de hablar de un modo
claro y comprensible constituye un requisito fundamental para la integración
del individuo a la sociedad, y cualquier problema que impida esta posibilidad
acarrea consecuencias negativas en la vida de la persona.
El lenguaje se desarrolla de forma natural y espontánea y proceso respeta
leyes semejantes en todos los niños. Existe un periodo básico
para la iniciación del habla, llamado pre-lingüístico,
y que empieza con el llanto como primera forma de comunicación. En la
medida en que éste muestre diferentes intensidades, patrones y tonos,
expresará necesidades de diferente índole. Existen también
sonidos bucales y guturales diversos que se producen al principio espontáneamente
y en forma aislada, y que después se tornan repetitivos (balbuceo). De
los siete a los 12 meses imitan "accidentalmente" sonidos producidos
por ellos mismos u otras personas; cerca de los nueve meses imitan sonidos deliberadamente
aunque no los entiendan y llegan a la pronunciación de sílabas
y emisión de las primeras palabras al final del primer año de
vida.
Una vez que los bebés tienen un repertorio primario de sonidos, los unen
de manera que suenan a lenguaje pero sin significado. Aunque este discurso prelingüístico
no representa conceptos específicos, por lo que carece de importancia
semántica, es significativo por expresar una amplia gama de emociones
a través de diferentes entonaciones emocionales. La producción
de sonidos requiere del uso de ciertos órganos: nariz, garganta, control
de los músculos de la lengua y las mejillas, etc. Con la primera palabra
se inicia el discurso lingüístico.
Al final del primer año de vida, el niño entiende gran parte de
lo que se le dice, aún cuando su capacidad de expresión verbal
es considerablemente menor.
Después de tener una visión del desarrollo del niño en
el primer año de vida, es importante conocer algunas pautas generales
de estimulación; recuérdese, no obstante, que la creatividad es
el mejor de los recursos. Los siguientes ejercicios se basan en las recomendaciones
de Margarita Nieto en su Guía para estimular los primeros años
de desarrollo del niño.



ejercicios estimulo temprano


ESTIMULAR AL NIñO EN SU PRIMER AñO DE VIDA


Es necesario crear conciencia en la población de la importancia de los
primeros años de vida en el desarrollo del ser humano a fin de prestarle
una atención adecuada al niño normal y a los pequeños con
algún tipo de riesgo.

El niño necesita que lo expongan paulatinamente a su medio cultural y
formar parte activa de la comunidad a la que pertenece, a fin de que ésta
lo ayude a crecer intelectual y efectivamente. Así mismo, para que la
inteligencia del niño se desarrolle, éste debe mantenerse activo
en un medio propicio que le proporcione el mayor número de experiencias
posibles, a fin de que tenga mejores oportunidades de desarrollo. Partimos de
la premisa de que los primeros años de vida son determinantes para el
desempeño futuro, y en particular para un enfrentamiento exitoso con
la escuela y el aprendizaje académico.

Es necesario crear conciencia en la población de la importancia
del desarrollo en el primer año de vida, a fin de prestarle una atención
más adecuada tanto al niño normal como al que tienen algún
de riesgo:

a) ambiental, es decir, con falta de experiencias físicas y
sociales convenientes;

b) biológico, es decir, por infecciones, traumas o alteraciones
metabólicas,

c) por alteraciones genéticas o cromosómicas.


Primer mes

Colocar al niño en diversas posiciones: prona (boca abajo), supina (boca
arriba), de lado y variar su posición en la cuna, volteándolo
a veces hacia la cabecera o hacia los pies de la cama
Mover sus brazos y piernas, abrir y cerrar con suavidad sus manos y dedos, mover
sus pies en todas direcciones
Colocar un dedo en su mano, propiciando que lo sujete
Observar si reacciona a los sonidos, conversar en tono de voz natural, y cantarle
Colocar objetos a su vista y observar si los mira. Con el niño en posición
supina colgar un objeto y balancearlo para que el niño lo siga con la
mirada
Estimular su cuerpo con toallas de texturas diferentes

Segundo mes

Colocarlo en posición prona para que intente levantar la cabeza
Mover brazos y piernas más ampliamente
Tocar una campana y diversos objetos sonoros a cada lado de la cabeza y observar
si fija su atención al sonido
Mostrarle objetos llamativos para que los observe
Seguir estimulando el seguimiento visual de un objeto que se balancea frente
a sus ojos
Ayudarlo a ejecutar movimientos de prensión, colocando en su mano objetos
como sonajas
Dar estimulación táctil con texturas variadas.

Tercer mes

Continuar con las actividades de meses anteriores
Sentarlo sosteniendo su cuello, espalda y cabeza sobre los brazos del adulto
En posición prona llamar su atención con sonidos u objetos para
que levante la cabeza más alto que el tronco y ayudarlo, en la misma
posición, a sentir apoyo en sus antebrazos
Favorecer con una linterna el seguimiento de estímulos luminosos
Colocar en su mano una sonaja y ayudarlo a producir sonidos con ella
Mostrarle sus manos
Colocar un trapo ligero sobre su rostro para que intente retirarlo
Asolearlo
Colocar sonajas (cascabeles) en muñecas y tobillos, alternadamente, para
estimular el movimiento de sus miembros y la atención a los sonidos

Cuarto mes

Colocar al niño en postura supina y ayudarlo a rodar de dicha posición
a prona
Colocar al niño en posición prona apoyado en sus antebrazos y
balancear un objeto para que lo siga con la vista
Ayudarlo a juntar sus manos como aplaudiendo
Colocar aros en sus manos para que intente acercarlos
Si es necesario, sostenido con almohadas, sentarlo y colocar objetos llamativos
frente a él. Empezar por periodos breves y aumentarlos hasta un máximo
de 15 Min.
Hacer que mire sus manos

Quinto mes

Repetir las actividades de meses anteriores
Colocar al niño en posición prona y ayudarlo a rodar
Sentarlo frente a frente con el adulto, ayudándolo a sostener su cabeza
Sentarlo frente a una mesa y permitirle manipular dados, campanas, aros, pelotas
Con el niño en posición supina, sosteniendo bien sus manos, jalarlo
suavemente de frente para que levante la cabeza y los hombros a poca distancia
de la superficie
Mostrarle objetos y estimularlo para que los alcance
Estimular con texturas como esponjas sus pies y manos
Colocar y balancear una sonaja en su mano
Apoyarlo en sus antebrazos
Promover que tanto en posición prona como supina eleve su cabeza
Ayudarlo a sostener su biberón, envolviéndolo en tela
Ponerlo frente al espejo, conversar y sonreír con él

Sexto mes

Reforzar los ejercicios de los meses anteriores
En posición prona, apoyarlo en sus antebrazos con las rodillas flexionadas
Ayudar al niño a sentarse por algunos minutos, apoyando sus manos en
el suelo, con las piernas extendidas y separadas
Mostrarle sus manos y dedos, frotándoselos
Ayudarlo a sostener objetos con sus manos, usando prensión palmar, es
decir, con la palma de la mano; colocar un cubo pequeño en cada una de
sus manos y ayudarlo a sostenerlos
Favorecer y ayudarlo a que pase un objeto de una mano a la otra
Jugar con él golpeando la superficie de una mesa con sus manos abiertas
Observar si el niño percibe los sonidos que se producen fuera de su campo
visual o incluso en otra habitación
Mostrarle objetos, dejarlos caer y observar si los busca

Séptimo mes

En posición supina, con su cabeza sobre una almohada estimularlo a levantarla,
mostrándole objetos llamativos
Sentarlo por algunos minutos con las piernas flexionadas y con apoyo en sus
manos
Ayudar al niño a pasar de posición supina a prona y viceversa
Motivarlo a que se siente
Tanto en posición prona como en supina estimularlo con sonidos para que
se desplace en dirección de la fuente sonora
Ponerlo a gatas, haciéndolo ejecutar movimientos simultáneos de
brazos y piernas del mismo lado del cuerpo
Ayudarlo y estimularlo a levantarse apoyado en un barandal, silla, etc.
Hacerlo "saltar" estando de pie, sosteniéndolo debajo de los
brazos
En posición supina, ayudarlo a acercar sus pies a la cara
Colocar una sonaja u objeto en su mano para que golpee con él la superficie
de una mesa
Mientras el niño sostiene un objeto con su mano, mostrarle otro y promover
que lo agarrar
Platicar con el niño frente al espejo, señalándole algunas
partes de su cuerpo. Llamarlo siempre por su nombre

Octavo mes

Reforzar los ejercicios anteriores
Sentar al niño sin apoyo
Motivarlo a pasar de posición supina a sentado y después, tomándolo
de las manos, ayudarlo a pasar de sentado a parado
Propiciar que alcance objetos colocados lejos de él
Ayudarlo a oponer y flexionar el dedo pulgar al tomar un objeto
Estimularlo a tomar objetos con los dedos índice y pulgar
Proporcionarle cucharas de mango grueso que pueda sostener e intentar que coma
solo

Noveno mes

Repetir los ejercicios anteriores
Permitirle gatear con movimientos alternados de manos y piernas
Ayudarlo a colocar cubos en una caja o recipiente y permitirle después
hacerlo solo
Decir sílabas repetidamente para que imite los sonidos escuchados
Nombrar correctamente los objetos y señalarlos para que los tome
Enseñarle objetos diversos de su casa
Platicarle de objetos, describiendo y mostrándole detalles del mismo
Hacer sonidos con diferentes objetos para que los identifique.

Décimo mes

En posición prona favorecer el arrastre y gateo para alcanzar objetos
En la cuna o corral sentarlo cerca del barandal y estimularlo a ponerse de pie
Ejercitar el paso de sentado a posición prona
Jugar a colocar objetos pequeños en un vaso, siempre con supervisión
de un adulto
Estimular el aplauso
Motivarlo a que salude y diga adiós con su mano
Colocar pedacitos de pan u otro alimento sólido en un plato para que
los tome y se los lleve a la boca
Permitirle llevarse solo un vaso a la boca

Décimo primer mes

Colocar al niño sentado varias veces al día y hacer que se interese
por objetos a su alrededor
Colocar una crayola gruesa en su mano y estimularlo a rayar un papel
Sacar y meter cubos de madera de una caja
Pedirle que entregue al adulto un objeto en su mano
Jugar con él a sostener y aventar una pelota
Jugar a lanzar objetos hacia un blanco, previa demostración por parte
del adulto
Con el niño sentado producir con un objeto sonidos atrás de él
para que voltee hacia atrás. Hacer lo mismo pero con el niño de
pie sostenido de un barandal
Mostrarle y permitirle manipular libros con imágenes grandes y de colores
y platicarle de ellas
Amarrar un objeto con un cordel para que lo jale en diferentes direcciones

Décimo segundo mes

Sentar al niño y poner objetos a sus lados para favorecer que gire su
cuerpo con el fin de alcanzarlos. Lo mismo puede hacerse con sonidos que provoquen
que gire el tronco para localizarlos
Ayudarlo a dar algunos pasos, sosteniéndolo de la ropa o debajo de los
brazos
Proporcionarle una sillita en la que pueda sentarse solo
En caso de que intente caminar, dejarlo levantarse y sentarse por sí
mismo
Jugar a patear una pelota grande
Jugar con una pelota frente a un espejo
Jugar con él a ponerse y quitarse sombreros o cachuchas
Hacer un tren de cubos y estimularlo a imitarlo
Jalar un carrito con un cordón
Incentivarlo a dar algunos pasos solo apoyado en objetos o muebles
Enseñarle a construir una torre con dos cubos y dejar que la haga solo
Jugar frente al espejo a los saludos, despedida, aplausos, besos y señalar
partes del cuerpo
Conversar mucho usando palabras sencillas y frases cortas
Usar sonidos onomatopéyicos de objetos y animales conocidos por el niño
Enseñarle a ejecutar órdenes simples
Permitirle comer solo aunque derrame alimento
Colocar al niño en la bacinica por algunos minutos, tres o cuatro, en
horarios fijos, en períodos establecidos
Ayudarle a lavar y secar sus manos y cara
Al vestirlo nombrar las prendas y partes del cuerpo utilizadas
Al bañarlo o lavarlo, ayudarlo a identificar temperaturas



de estimulacion temprana


La estimulación temprana, estimulación precoz o atención temprana es un grupo de técnicas para el desarrollo de las capacidades de los niños en la primera infancia. Es el grupo de técnicas educativas especiales empleadas en niños entre el nacimiento y los seis años de vida para corregir trastornos reales o potenciales en su desarrollo, o para estimular capacidades compensadoras. Las intervenciones contemplan al niño globalmente y los programas se desarrollan teniendo en cuenta tanto al individuo como a la familia y el entorno

Los primeros seis años de vida se caracterizan por un alto grado de plasticidad neuronal1 o plasticidad neural, que permite la adquisición de funciones básicas como el control postural, la marcha o el lenguaje. La consecución progresiva de hitos en este desarrollo va permitiendo la aparición y mejora de nuevas habilidades (por ejemplo, es necesario que el niño aprenda a sujetar la cabeza, controlando la musculatura del cuello, para que pueda dirigir la vista, lo que refuerza la motivación para la marcha o el contacto visual como elemento socializador…).

Este desarrollo surge de la interacción entre los genes y el ambiente. Los primeros son inmodificables, y establecen la base de capacidades propias de cada individuo. Los factores ambientales, sobre los que intervienen los programas de estimulación precoz, modulan e incluso inhiben o estimulan, la expresión de diversas características genéticas. Dentro de los factores ambientales se incluyen los puramente biológicos (estado de salud, nutrición…) y otros de índole psicológica, social y cultural: sus vínculos afectivos iniciales, el nivel de atención que recibe, el grado de interacción del ambiente con el niño (personas que lo rodean, objetos, luz, sonidos…). Estos factores son fundamentales en la maduración de conductas de adaptación al entorno, de la disposición al aprendizaje, del establecimiento de diferentes estrategias de comunicación o del desarrollo emocional.

Esta etapa temprana de la vida también se caracteriza por una mayor susceptibilidad a condiciones ambientales inadecuadas que pueden retrasar o bloquear la adquisición de algunas habilidades, aunque la capacidad adaptativa del sistema nervioso central en cualquier niño sin problemas de desarrollo permite una reorganización funcional de la que comenzamos a carecer a partir de los seis años de vida. De ahí la importancia de iniciar lo más precozmente posible los programas de intervención, especialmente en niños con alteraciones del desarrollo o con alto riesgo de padecerlos.

Grupos de riesgo

Con el objeto de favorecer la implantación precoz de programas de atención temprana se definen como colectivos con mayor riesgo de padecer alteraciones o retrasos en el desarrollo a los siguientes:2

  • Trastornos genéticos que dificultan el desarrollo (síndrome de Down, Síndrome X frágil,...)
  • Enfermedades congénitas o adquiridas que interfieren en el desarrollo (Trastornos del metabolismo, endocrinopatías...)
  • Alteraciones del período pre, peri o posnatal (prematuridad, bajo peso al nacer, anoxia durante el parto,...)
  • Niños de riesgo psico-social (Ausencia de cuidados correctos, maltratos familiares,...)3